Un nuevo golpe al bolsillo: el combustible vuelve a subir y la economía de los argentinos siente la presión. El Gobierno nacional oficializó en las últimas semanas una nueva actualización de los impuestos que gravan las naftas y el gasoil, decisión que se tradujo rápidamente en un aumento de los precios en los surtidores.
A través del Decreto 617/2025, publicado a fines de agosto, se dispuso que desde el 1º de septiembre entrara en vigencia un incremento escalonado de los tributos que impactan directamente en el valor final de los combustibles.
Las cifras hablan por sí solas: el Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) para las naftas trepó a $10.523 por litro, mientras que en el caso del gasoil alcanzó los $8.577, con un adicional diferencial de $4.644 para ciertas zonas. A esto se suma la actualización del impuesto al dióxido de carbono, que eleva aún más el costo de cada litro.
Como consecuencia, en los últimos treinta días los combustibles subieron entre 5% y 6% en promedio en todo el país. Algunas compañías ya remarcaron sus pizarras, como Shell, que ajustó los valores de sus productos en varias provincias, y se espera que el resto de las petroleras sigan la misma línea.
Una suba que golpea de lleno en la economía real
El aumento de los combustibles no es un tema aislado. En una economía inflacionaria y con salarios que corren muy por detrás de los precios, el impacto se multiplica:
Transporte: los costos del gasoil encarecen la logística de alimentos, medicamentos y bienes esenciales.
Producción: sectores agropecuarios e industriales ven incrementados sus gastos operativos, lo que inevitablemente se traslada a precios.
Ciudadanos: el automovilista común, que ya paga más de $1.500 por un litro de nafta súper en varias ciudades, debe reacomodar su presupuesto mensual.
La paradoja es que estos aumentos llegan en un momento donde el consumo interno se encuentra estancado y las familias ajustan cada peso para llegar a fin de mes. Aumentar los impuestos al combustible se convierte así en un círculo vicioso: el Estado recauda más en el corto plazo, pero la economía real se enfría cada vez más.
Falta de transparencia y previsibilidad
Otro aspecto que despierta críticas es la falta de información oficial clara sobre los precios en surtidor. Con la eliminación de la aplicación “Precios en Surtidor” y la ausencia de reportes transparentes por parte de las petroleras, los consumidores se enteran de los aumentos recién en la estación de servicio. Una medida que, lejos de contribuir a la previsibilidad, alimenta la incertidumbre.
En conclusión
El nuevo incremento de combustibles no solo erosiona el poder adquisitivo de los argentinos, sino que también agrega presión a una economía que ya se encuentra en tensión permanente. Con cada litro más caro, se encarece el transporte, la producción y la vida cotidiana, mientras la recaudación fiscal parece imponerse como prioridad por sobre el alivio a la población.
A continuación te ofrecemos una nueva encuesta de opinión y puedes encontrarla en cada uno de nuestros artículos. Te recordamos que las respuestas son anónimas, transparentes y seguras para el lector. El sistema toma un voto por IP (domicilio o red wifi). Para más votantes en cada dirección, hacerlo utilizando su propio plan de datos móviles.
