En medio de un escenario económico complejo, con una moneda fuertemente devaluada y una inflación acumulada que ha obligado a pensar en cifras millonarias para operaciones cotidianas, surge una propuesta legislativa singular: la creación del Argentum, una nueva unidad monetaria nacional que vendría a reemplazar al peso argentino desde enero de 2026.
La iniciativa, impulsada por el diputado nacional Ricardo López Murphy, busca restar tres ceros a la moneda actual. Es decir, un producto que hoy cuesta $10.000 pasaría a valer 10 Argentum. No se trata de una devaluación ni de un cambio en los valores reales de los bienes o salarios, sino de una reexpresión nominal, con el objetivo de ordenar, simplificar y modernizar los registros contables, las operaciones comerciales y la emisión de billetes.
¿Qué implicaría este cambio?
El Argentum no modifica el poder adquisitivo, pero sí facilita la vida cotidiana de los ciudadanos, empresas y organismos públicos. Los precios, los balances, las estadísticas, los contratos y hasta las aplicaciones digitales podrían operar con cifras más manejables. También se reducirían los errores de cálculo, las dificultades para expresar montos en sistemas informáticos y los costos asociados a la impresión y transporte de billetes con valores cada vez mayores.
El proyecto contempla una etapa de transición de seis meses, durante la cual convivirían ambas monedas. Durante ese tiempo, todos los valores expresados en pesos serían automáticamente interpretados como milésimas partes en Argentum. Al finalizar ese período, el peso dejaría de tener curso legal.
Las ventajas del Argentum
Simplificación: el principal beneficio del nuevo signo monetario es técnico. Permite descomprimir un sistema administrativo que hoy opera con cifras enormes incluso para gastos básicos.
Claridad: evita confusiones en precios, contratos y operaciones bancarias, tanto para personas como para instituciones.
Reducción de costos: implica una disminución en la necesidad de imprimir billetes de alta denominación, con lo que se ahorra en tinta, papel, logística y mantenimiento de cajeros automáticos.
Transparencia: valores más bajos en cifras ayudan a visualizar mejor el tamaño real de gastos públicos y privados, facilitando el control ciudadano y contable.
¿Qué obstáculos enfrenta?
Aunque la propuesta puede parecer sensata desde lo técnico, su viabilidad política y económica depende de varios factores:
Contexto inflacionario: si la inflación no se detiene o sigue acelerándose, cualquier cambio nominal podría quedar rápidamente desactualizado. La eliminación de ceros sin estabilidad previa ha fracasado en muchos países.
Confianza social: sin un programa económico creíble detrás, la población puede interpretar el cambio como un maquillaje superficial, lo que generaría desconfianza e incluso rechazo.
Costos de implementación: más allá del ahorro a largo plazo, hay gastos iniciales en rediseño de billetes, adecuación de sistemas, capacitaciones, campañas informativas y coordinación institucional.
Neutralidad jurídica: el proyecto promete mantener intacto el valor de contratos, sueldos, jubilaciones y obligaciones. Sin embargo, siempre existe el riesgo de interpretaciones confusas o disputas legales durante la transición.
Debate político: la medida requeriría un amplio consenso legislativo y el acompañamiento del Poder Ejecutivo. En un clima de alta polarización, lograr ese apoyo puede ser difícil.
¿Puede cambiar algo más que los ceros?
La propuesta del Argentum puede abrir un debate más amplio sobre el sistema monetario argentino. Aunque no implica por sí misma una transformación estructural, pone sobre la mesa la necesidad de discutir el futuro del peso, la credibilidad del Banco Central, la emisión monetaria y la posibilidad de otras reformas como la dolarización, la convertibilidad o nuevas formas de respaldo monetario.
En ese sentido, el Argentum puede ser útil como herramienta técnica de ordenamiento, pero si no está acompañada por políticas fiscales sostenibles, control del gasto público, disciplina monetaria y crecimiento económico, el riesgo es que los ceros eliminados vuelvan a aparecer en pocos años.
Conclusión
El Argentum propone una solución práctica a un problema real: una moneda desbordada por la inflación. Puede mejorar la eficiencia operativa del sistema financiero y dar un mensaje de orden. Sin embargo, su éxito no dependerá solo del diseño legislativo, sino de la confianza económica general. Si el nuevo signo monetario llega sin cambios de fondo, solo será un nuevo nombre para viejos problemas. Si, en cambio, es parte de una estrategia integral, podría marcar el inicio de un nuevo ciclo para la economía argentina.