En los últimos años, la región ha sido testigo de una preocupante tendencia: la excesiva demora en la reparación de puentes clave sobre rutas provinciales, cuyas fallas dejan aisladas a comunidades enteras durante meses o incluso años. El ejemplo más recordado sigue siendo el del puente sobre el arroyo Pillahuincó Chico en la Ruta 85, entre Coronel Pringles y Coronel Suárez, cuya reconstrucción demoró más de un año y dos, desde la rotura, alterando profundamente la dinámica económica y social de la zona.
Sin embargo, no ha sido el único caso. Más recientemente, el puente ubicado en el kilómetro 65 de la Ruta Nacional 35 sufrió un colapso que obligó a desviar el tránsito por caminos alternativos, con los consecuentes perjuicios logísticos y de seguridad vial. A esto se suma la situación del puente en la Ruta 65, también en estado crítico, cuya reparación o reconstrucción parece avanzar con la misma lentitud estructural que caracteriza a buena parte de las obras viales en el interior bonaerense.
Estas demoras reiteradas no solo revelan una alarmante falta de previsión y capacidad de respuesta por parte de las autoridades, sino que también exponen la desigualdad territorial en el acceso a infraestructura segura y eficiente. Mientras tanto, quienes viven, trabajan o transitan por estas rutas ven alterada su cotidianeidad, enfrentando mayores costos, riesgos y tiempos de traslado sin una solución a la vista.
Puente sobre ruta 35
Continúa la prohibición de circular por la ruta nacional 35. Entre Bahía Blanca y el límite con La Pampa solo se permite el paso de vecinos del lugar y frentistas. El paso en el puente del kilómetro 65 se encuentra cortado. Las consecuencias de la trágica inundación del último 7 de marzo se sigue sintiendo en toda la región. Los más de 400 milímetros que cayeron en Bahía Blanca y en la zona de influencia, sobre todo en el sur de Puan y Tornquist, y norte de Villarino, provocaron daños en infraestructura no solo edilicia, sino también vial.
Puente sobre ruta 65
Estado actual del Puente Don Otto (Ruta 65, Guaminí). El 6 de marzo de 2025 se detectaron grietas preocupantes en la estructura del puente Don Otto, por lo que la Policía Comunal y el municipio procedieron a su cierre total, ante riesgo de colapso. El 19 de marzo iniciaron los trabajos previos (movimiento de suelo) para instalar un puente temporal, con el objetivo de restablecer la conexión en el tramo afectado. El 14 de mayo de 2025: Se completó la instalación del puente provisional tras poco más de 40 días de obras. Sin embargo, aún no estaba habilitado al tránsito, ya que faltaban señalización y medidas de seguridad
Puente sobre ruta 85, más de dos años de espera
Todos recordamos la rotura del puente sobre el arroyo Pillahuincó Chico en la Ruta Provincial 85, entre Coronel Pringles y Coronel Suárez, que cedió durante las fuertes lluvias de octubre de 2014. Posteriormente, comenzaron los trabajos de construcción del nuevo puente en noviembre de 2015, con una estimación de finalización hacia septiembre u octubre de 2016. En diciembre de 2016 se confirmó su habilitación final
Durante más de dos años, los habitantes de Coronel Pringles, Coronel Suárez y zonas aledañas sufrieron las consecuencias de la inhabilitación del puente sobre el arroyo Pillahuincó Chico, en la Ruta Provincial 85. La caída del puente en octubre de 2014, tras intensas lluvias, no solo interrumpió una vía clave de comunicación, sino que expuso con crudeza lo que implica la falta de infraestructura vial en zonas rurales o del interior.
La Ruta 85 es un corredor fundamental para el tránsito de personas, bienes y servicios entre distintas localidades del sudoeste bonaerense. Con el corte del puente, la circulación debió desviarse por caminos alternativos —algunos de tierra, otros con deterioro evidente— que incrementaron los tiempos de viaje, el consumo de combustible y el desgaste de los vehículos.


Para productores rurales, comerciantes y transportistas, el impacto económico fue inmediato. No solo aumentaron los costos logísticos, sino que en muchos casos se retrasaron entregas, se redujeron frecuencias de traslado o incluso se perdieron oportunidades comerciales. Para quienes trabajan o estudian en localidades vecinas, el corte implicó mayor distancia, incomodidad y, a menudo, riesgos en el tránsito.
Además, el aislamiento relativo afectó la asistencia médica en casos de urgencia, complicó el traslado de ambulancias y ralentizó servicios esenciales. Las poblaciones más pequeñas, que dependen de una conectividad fluida con las ciudades cercanas, vivieron un retroceso forzoso.
Que una vía tan importante haya estado interrumpida por más de un año deja al descubierto las falencias en la planificación de obras de infraestructura, la lentitud en los procesos administrativos y una ausencia de respuestas ágiles ante situaciones críticas. No se trata solo de cemento y acero: se trata de personas, de vidas cotidianas alteradas, de economías locales golpeadas.
La rehabilitación del puente, finalmente concretada hacia fines de 2016, trajo alivio. Pero también dejó una lección: en el interior, donde cada kilómetro de ruta cuenta, la demora en las soluciones se mide en mucho más que días. Se mide en aislamiento, desgaste, pérdidas y frustración.
¿Cuánto se tarda en otros países?
En países desarrollados, el reemplazo de pequeños puentes rurales o de rutas secundarias, como el de la Ruta 85 sobre el arroyo Pillahuincó Chico, suele tardar entre 3 y 9 meses, dependiendo de varios factores. En situaciones de emergencia o con planificación avanzada, puede completarse incluso en menos de 3 meses.
Factores que inciden en la rapidez:
Planificación anticipada: En muchos países desarrollados (EE. UU., Alemania, Japón, etc.), las autoridades viales tienen inventarios digitales de puentes con diagnósticos preventivos. Esto permite actuar rápidamente ante fallas o colapsos.
Tecnología y métodos de construcción rápida:
Uso de puentes modulares prefabricados, que pueden instalarse en semanas.
Sistemas de construcción acelerada de puentes (ABC, por sus siglas en inglés) que reducen los plazos drásticamente.
Financiamiento ágil: El acceso inmediato a fondos de emergencia o partidas destinadas a infraestructura crítica evita demoras burocráticas.
Capacidad operativa: Existen empresas con experiencia y equipamiento que permiten intervenir de forma rápida, incluso trabajando de forma ininterrumpida en turnos rotativos.
Ejemplos concretos:
Estados Unidos: tras el huracán Irene (2011), decenas de pequeños puentes rurales en Vermont fueron reemplazados en 60 a 120 días, utilizando estructuras prefabricadas.
Reino Unido: el reemplazo del puente Cattlegrid (pequeño, en ruta rural) se completó en 10 semanas, incluyendo demolición, fundaciones y colocación de tablero prefabricado.
Japón: tras terremotos, se han restablecido puentes de pequeñas dimensiones en 30 a 90 días con métodos modulares.
En resumen:
En países desarrollados, no es habitual que un puente pequeño tarde más de un año en volver a estar operativo, salvo casos excepcionales por condiciones geográficas extremas o complejidad técnica. La demora como la ocurrida en la Ruta 85 de Argentina suele estar más asociada a falta de planificación, burocracia, o problemas presupuestarios que a la dificultad técnica de la obra en sí.
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