Search

¿Recuerdas tus preocupaciones de ayer? Seguramente no. Asi es la vida: ¡Todo pasa!

Soledad

Hay días en los que el alma pesa más que el cuerpo. Días en los que una preocupación se mete en la cabeza como un eco constante, y parece que todo gira en torno a eso: una deuda, un miedo, una discusión, una decisión que no sabemos cómo tomar. Nos angustiamos, nos quedamos despiertos de noche, nos imaginamos mil escenarios. Y sin darnos cuenta, nos perdemos el ahora.

Pero entonces llega el día siguiente. Sale el sol, alguien nos sonríe, se soluciona algo que parecía imposible o, simplemente, ya no nos duele tanto. Y si nos detenemos un instante, si cerramos los ojos y respiramos profundo, nos damos cuenta de algo poderoso: muchas de esas preocupaciones de ayer… ya no están. Algunas se resolvieron, otras perdieron fuerza, y otras, simplemente, dejaron de importar.

Y ahí es donde esta frase sencilla cobra sentido como una verdad profunda:
¿Recuerdas tus preocupaciones de ayer? Seguramente no. Esa es la vida… ¡todo pasa!

Dicen que el tiempo pone todo en su lugar, pero no siempre sabemos esperar. Queremos soluciones rápidas, certezas absolutas, garantías. Y cuando no las tenemos, nos desesperamos. Sin embargo, la vida –sabia y paciente– nos enseña que todo pasa. Lo bueno, lo malo, lo urgente, lo doloroso. Pasa la euforia, pasa la tristeza, pasa la tormenta y también el sol.

¿Cuántas veces lloraste pensando que algo no tenía salida, y al tiempo te descubriste sonriendo por algo que nunca hubieras imaginado? ¿Cuántas veces te obsesionaste con un problema que después se resolvió solo o dejó de tener importancia? No es casualidad. Es parte del proceso.

La vida avanza, incluso cuando nos sentimos estancados. Aunque parezca que nada cambia, todo se está moviendo. A veces, imperceptiblemente. Crecemos sin darnos cuenta. Maduramos entre errores. Sanamos mientras seguimos caminando. Y lo más bello de todo esto es que, en medio de ese caos interno que a veces nos domina, hay una calma silenciosa que espera ser descubierta.

No siempre hay que hacer algo para que todo mejore. A veces, solo hay que dejar ser, dejar pasar, confiar en que el dolor no es eterno, que el miedo no manda, que la angustia no define quiénes somos.

Tal vez hoy te abrume un problema, una noticia, una incertidumbre. Tal vez sientas que no podés más. Pero si estás leyendo esto, es porque ya pasaste por otras batallas. Y sobreviviste. Tal vez con cicatrices, sí. Pero estás acá. Y eso significa que tenés una nueva oportunidad.

No minimices lo que sentís. No se trata de negar las emociones, sino de recordar que ninguna se queda para siempre. La tristeza, la rabia, el miedo… todo eso también se mueve. Nada se queda quieto. Ni siquiera lo que más duele.

La única certeza que tenemos es este instante. Este segundo que estás respirando. Todo lo demás es pasado o suposición. Y cuando volvés al presente, cuando sos consciente de tu respiración, de tu cuerpo, de tus pensamientos, volvés a vos. Ahí está tu refugio. Ahí está tu fortaleza.

Y entonces, podés repetirte esa frase como un mantra, no para huir del problema, sino para recordarte que sos más fuerte que tus miedos:
“Esto también pasará. Porque todo pasa. Siempre.”

Así es la vida. Impermanente. Misteriosa. Incontrolable. Pero también bella, sabia, generosa. Nos quita lo que creíamos necesitar y nos da lo que no sabíamos que merecíamos. Nos sacude para que despertemos. Nos vacía para volver a llenarnos.

Entonces, cuando sientas que el mundo se te cae encima, preguntate con ternura:
¿Voy a recordar esto dentro de un mes? ¿Un año? ¿Una vida?
Y quizás ahí, entre suspiros y lágrimas, encuentres un poco de paz.
Porque sí: todo pasa. Y vos también vas a pasar por esto… y vas a salir adelante.

TE NECESITAMOS

El periodismo social y comunitario está desapareciendo por no tener sustentos. ECOS sobrevive gracias a la vocación de sus editores y la colaboración de corazones solidarios que cada mes nos ayudan con donaciones. Pero es muy poco, ¡¡NO ALCANZA!! y necesitamos que tomes conciencia de que sin un compromiso de todos en el sostenimiento, quienes hacemos esto tendremos que dejar de hacerlo. Hazlo hoy, ya que mañana podría ser tarde.

Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *