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Por antecedentes, ¿cuánto más puede durar una crisis como la actual en Argentina?

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Salarios que pierden contra la inflación, una cadena de pagos fracturada, caída del consumo y del crédito, recesión generalizada. El cuadro económico que atraviesa hoy la Argentina remite a otros momentos de crisis profundas en su historia. Y surge una pregunta inevitable, tanto en los hogares como en las empresas: ¿cuánto puede durar una crisis como esta?

Las crisis económicas no son nuevas en el país. Basta con mirar el pasado reciente: la hiperinflación de 1989-1990, la recesión prolongada entre 1998 y 2002, o incluso el estancamiento que siguió a los shocks cambiarios de 2018-2019. Todas tuvieron características distintas, pero también puntos en común: caída del poder adquisitivo, paralización de la inversión, pérdida de confianza y deterioro de la actividad económica.

La crisis actual, iniciada tras el desbalance fiscal, la inercia inflacionaria y la falta de divisas, se agravó con el fuerte ajuste iniciado a fines de 2023. El impacto en la economía real fue inmediato: desplome del consumo, cierre de pymes, caída de la recaudación y aumento de la informalidad.

Los economistas coinciden en que las crisis no tienen una duración exacta, pero sí patrones observables. En la historia argentina, las recesiones más profundas duraron entre 18 y 36 meses, dependiendo de la capacidad de reacción del Estado, el contexto internacional y la respuesta del sector privado.

Por ejemplo, la crisis de 2001-2002 se extendió durante cuatro años si se toma desde el inicio de la recesión (1998), aunque el rebote económico comenzó en 2003, impulsado por el tipo de cambio competitivo, la mejora en los precios internacionales y cierta estabilidad institucional.

La crisis post-2018, en cambio, se mantuvo prácticamente sin recuperación sostenida hasta la pandemia, lo que significó casi tres años de estancamiento. En el plano internacional, la Gran Recesión de 2008 en Estados Unidos duró oficialmente 18 meses, aunque sus efectos se sintieron durante varios años más. En Europa, la recuperación post-2010 fue todavía más lenta, especialmente en países como Grecia o España.

¿Qué factores pueden acortar o alargar la crisis actual? En el caso argentino, hay tres factores clave que influirán en la duración de la crisis:
El rebote de la economía real: si bien el ajuste ha generado recesión, también ha reducido desequilibrios fiscales y cambiarios. El gobierno apuesta a una recuperación a partir del segundo semestre de 2025, impulsada por el agro, el orden macroeconómico y una baja sostenida de la inflación. Sin embargo, esa salida no será automática si no hay mejora en el poder de compra.

La dinámica social y política: la contención social es limitada. La historia muestra que cuando la crisis se prolonga más allá de los 24 meses sin señales claras de mejora, crecen las tensiones políticas y sociales, lo que puede acelerar cambios de rumbo o generar inestabilidad que frena aún más la recuperación.

El crédito y la inversión: hoy, el financiamiento está prácticamente paralizado. Mientras la cadena de pagos siga rota y no se recupere la confianza en las instituciones, será difícil que el capital privado invierta. La clave está en restaurar la confianza en el sistema. La inflación ha comenzado a desacelerarse, lo que podría ser una señal positiva. Pero sin una reactivación del consumo, los sectores productivos seguirán en pausa.

Por eso, varios analistas advierten que la salida de la crisis puede demorar al menos hasta mediados de 2026, salvo que se produzca un shock externo favorable (como un boom de exportaciones) o un giro interno que acelere la recomposición del ingreso. Lo cierto es que, como en toda crisis, el tiempo no es solo una variable económica: es política, es social y es humana. Y mientras tanto, la pregunta de cuánto puede durar seguirá flotando en la incertidumbre cotidiana.

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