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Desde 2019 la UNS impulsa un ambicioso proyecto: visibilizar las fiestas gastronómicas

strudel fest

“Las fiestas gastronómicas construyen identidad en el sudoeste bonaerense”. “Hay un compromiso que nos emociona”, dice la profesora María Isabel Haag, quien desde 2019, junto al doctor Roberto Bustos Cara y con el apoyo de estudiantes de la Universidad Nacional del Sur, impulsa un ambicioso proyecto: reunir, estudiar y visibilizar las fiestas gastronómicas del sudoeste bonaerense.

Lo que comenzó como un relevamiento académico se convirtió en una verdadera red de trabajo comunitario. “Generamos un encuentro con nueve fiestas donde teníamos por objetivo intercambiar experiencias y fomentar la vinculación entre las comisiones organizadoras del suroeste bonaerense”, cuenta Haag. Con el tiempo, el número creció. Hoy ya suman al menos 25 celebraciones, entre ellas nuevas propuestas como la Fiesta de la Pizza a la Parrilla en Arroyo Corto o la Fiesta de la Galleta de Campo en Dufaur.

Estas fiestas no sólo celebran platos típicos, sino también identidades. “Hay muchas vinculadas a corrientes migratorias, a nuevas producciones o a elementos que se utilizan para la cocción, como el disco”, explica Haag. Por eso, el equipo trabaja actualmente en la creación de un logo que las represente colectivamente y en un catálogo visual que recoja la diversidad de estos eventos.

Pero más allá de lo académico, hay algo más profundo: “Estas fiestas son espacios donde la base comunitaria juega un rol muy importante. Favorecen dinámicas de acción colectiva que impulsan nuevas formas de desarrollo”, reflexiona la profesora. El ejemplo más reciente ocurrió en Sherry, donde, a pesar …

… de las dificultades generadas por una catástrofe local, la comunidad decidió seguir adelante con su rol de anfitriona en uno de los encuentros regionales. “Fue muy emotivo, porque a pesar de las adversidades, trabajaron con una pasión que nos atravesó a todos”, recuerda.

La dimensión turística también está presente. Según Haag, hoy una fiesta gastronómica puede ser tan convocante como un atractivo natural. “Coincido absolutamente —dice—. Por ejemplo, en Tandil, la gente va por la Piedra Movediza, pero también por los salamines. Las fiestas permiten a los pueblos ser conocidos más allá de sus límites”.

El impacto es tangible. Fiestas pequeñas como el Festival del Budín en Argerich o la Fiesta del Mate y la Torta Frita en Copetonas lograron hacerse un nombre. Otras, más consolidadas como la Fiesta del Omelette Gigante en Pigüé o la del Camarón y el Langostino en Ingeniero White, son íconos del calendario regional.

Detrás de cada evento, hay horas de trabajo voluntario, vínculos entre vecinos y una intención clara: rescatar tradiciones, formas de vida y modos de producción. “Las comisiones organizadoras dedican mucho tiempo, incluso a expensas del tiempo familiar o laboral”, reconoce Haag. Y por eso, afirma con certeza: “Hay un compromiso que nos emociona”. Ese compromiso, silencioso y perseverante, está cimentando una identidad regional a través del sabor, la memoria y el encuentro. / Café X Medio

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