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No decaigas. Aún del tronco más viejo y ruin puede salir un brote verde de vida

No decaigas. Aún del tronco más viejo puede salir un brote verde de vida

A veces la vida nos arrastra hasta ese punto donde todo parece haberse detenido.
Donde los sueños se marchitan, donde las palabras ya no consuelan, donde el alma se siente seca como un tronco olvidado por el tiempo.
Esos momentos en los que uno mira hacia dentro y solo encuentra silencio. No es paz, es vacío.
Un vacío que duele.
Y sin embargo, justo ahí, cuando parece que nada tiene sentido, cuando los días pesan como piedras sobre la espalda, sucede algo maravilloso y silencioso.
Allí, en medio de la desolación, nace un brote.
Un pequeño signo de vida. Frágil, sí, pero poderoso. Porque no hay nada más valiente que renacer donde nadie espera vida.

🌿 La fuerza que nadie ve
Ese brote no nace para impresionar.
No busca atención, ni aplausos.
Solo quiere crecer.

Y en ese simple gesto —el de asomarse al mundo, aun desde lo inhóspito— nos da una de las lecciones más hermosas que la vida puede enseñar:
Siempre hay un nuevo comienzo. Incluso desde la ruina. Incluso desde el dolor.

Muchas veces creemos que necesitamos tenerlo todo claro para avanzar: fuerza, dirección, apoyo, certezas. Pero no. A veces, lo único que se necesita es un impulso interior que diga “todavía no he terminado”.

Ese brote representa eso. La pequeña voz que resiste cuando todo parece en contra.

🌳 La historia del tronco
Ese tronco seco también tiene su historia.
Fue árbol. Fue sombra. Fue casa de aves, refugio de insectos, testigo del viento.
Quizá alguna vez fue frondoso, lleno de hojas verdes y flores.

Pero el tiempo pasó.
La vida cambió.
Y lo que antes daba vida, quedó quieto, agrietado, seco.

Sin embargo, no murió del todo.
Porque incluso lo que aparenta estar acabado, guarda dentro la posibilidad del renacer.

Y ese brote es prueba de ello.

🍃 Nunca es tarde para florecer
Muchas personas sienten que ya no están “en edad” de soñar. Que cometieron errores imperdonables. Que el fracaso fue demasiado grande, o que la tristeza ya se convirtió en una segunda piel.

Pero la vida no se mide en cronologías ni en éxitos visibles.

La vida verdadera ocurre en el instante en que decides volver a creer en ti, aunque sea un poco, aunque sea hoy.

Ese brote no espera la primavera.
No pregunta si vale la pena.
No se compara con los otros árboles del bosque.

Simplemente nace.

Y nosotros también podemos hacerlo.
No importa si es un nuevo proyecto, un amor que vuelve, una rutina que cambia, una herida que comienza a cerrar.
Cada gesto de sanación, por pequeño que sea, es un brote que el mundo necesita ver.

🌞 Que tu brote sea tu grito
En este mundo de prisas, máscaras y apariencias, el verdadero acto de valentía es crecer en silencio.
Es mantener viva la fe cuando ya nadie cree.
Es elegir levantarse una vez más, no porque todo esté bien, sino porque en lo profundo sabes que aún puedes dar algo más.

Ese brote verde, diminuto y persistente, es un símbolo de lo que cada uno lleva dentro:
la capacidad de transformar el dolor en belleza, el final en inicio, el vacío en vida.

💚 Hoy puede ser ese día
Si estás leyendo esto y algo en ti se quebró, está bien.
Romperse también es parte del camino.
Pero recuerda: por esa grieta, muchas veces entra la luz.
Y tal vez, si te permites mirar con ternura, descubras que dentro de ti ya hay algo nuevo naciendo.

Aunque no lo veas todavía.
Aunque no tenga forma.
Aunque solo sea un deseo pequeño.

Cuídalo.
Abrázalo.
Y dale tiempo.

Porque en ese brote, en ese nuevo comienzo silencioso…
está la semilla de todo lo que algún día volverás a ser.

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