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Dijo Napoleón: “en política hay que sanar los males, jamás vengarlos”

Dijo Napoleón: "en política hay que sanar los males, jamás vengarlos"

La política, en su esencia más pura, debería ser el arte de gobernar con justicia y equidad, guiada por el bienestar común y no por el resentimiento o la revancha. La frase “En política hay que sanar los males, jamás vengarlos” encierra una verdad fundamental que a menudo se olvida en los conflictos partidistas y en la polarización social: el propósito del liderazgo no es castigar, sino corregir y construir un futuro mejor.

Cuando un país o una sociedad atraviesa crisis políticas, económicas o sociales, es frecuente que los actores involucrados busquen culpables y enfoquen su energía en la represalia en lugar de la solución. Si bien la rendición de cuentas es crucial para la justicia y la institucionalidad, la política no debe convertirse en un instrumento de venganza. La venganza perpetúa la división y el rencor, generando ciclos interminables de confrontación que impiden el desarrollo y la reconciliación.

Sanar los males de la política implica reconocer los errores del pasado, aprender de ellos y establecer mecanismos de corrección que eviten su repetición. Esto requiere líderes con visión de futuro, capaces de superar rencores personales o partidistas en favor de un bien mayor. La historia ha demostrado que los países que han logrado progresar y fortalecerse institucionalmente han sido aquellos cuyos líderes han priorizado la construcción sobre la destrucción, el diálogo sobre la imposición y la reconciliación sobre la venganza.

Ejemplos de ello abundan en la historia. Líderes como Nelson Mandela en Sudáfrica entendieron que la única manera de unificar a una nación dividida era a través del perdón y la reconstrucción, no del castigo sistemático. En contraste, sociedades donde la política se ha convertido en una herramienta de revancha han experimentado largos periodos de inestabilidad y estancamiento.

Sanar los males en política no significa ignorar la justicia o permitir la impunidad. Significa aplicar la justicia con un propósito constructivo, evitando el uso de la ley como un arma de persecución. También implica promover políticas públicas que solucionen los problemas estructurales que dieron origen a las crisis, fomentando la educación, la participación ciudadana y el fortalecimiento de las instituciones democráticas.

En conclusión, la política debe ser un espacio de transformación positiva, no un campo de batalla donde la venganza sea el motor de las decisiones. Solo a través de la sanación de las heridas sociales y la construcción de puentes en lugar de muros, una sociedad puede avanzar hacia un futuro de paz, estabilidad y progreso. Gobernar con madurez implica entender que el verdadero poder no radica en castigar a los adversarios, sino en crear condiciones para que todos prosperen en un ambiente de respeto y equidad.

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