El 7 de marzo de 2025, un feroz temporal azotó Bahía Blanca con lluvias torrenciales y vientos huracanados, dejando un rastro de destrucción y muerte. Entre las muchas historias trágicas que dejó la catástrofe, hay una que se convirtió en símbolo de valentía, altruismo y amor al prójimo: la historia de Rubén Zalazar. Este hombre, un trabajador incansable y dedicado chofer de la empresa de logística Andreani, dio su vida en un acto heroico al intentar salvar a dos pequeñas atrapadas en medio del desastre.
Rubén Zalazar tenía 42 años y era oriundo de Viedma, Río Negro. Era un hombre de familia, respetado por sus colegas y amigos por su honestidad, generosidad y espíritu solidario. No era una persona que buscara reconocimiento ni fama, simplemente vivía su vida con esfuerzo y dedicación, asegurándose de cumplir con su trabajo y de estar presente para los suyos. Pero aquel fatídico día, su destino lo llevó a protagonizar un acto de valentía que lo convirtió en un verdadero héroe.
El temporal golpeó con una furia inesperada, transformando las calles de Bahía Blanca en ríos caudalosos que arrastraban todo a su paso. En medio del caos, Rubén transitaba por la Ruta 3, cumpliendo con su labor como chofer de Andreani, cuando vio a una familia desesperada luchando contra la corriente. Dentro de su camioneta, la madre de dos pequeñas, Pilar y Delfina Hecker, de 4 y 1 año respectivamente, buscaba refugio luego de que su propio vehículo fuera arrastrado por la fuerza del agua.
Rubén no lo dudó. Sin importar el peligro, abrió la puerta de su camioneta para darles cobijo, intentando brindarles un resguardo en medio del desastre. La situación era crítica: el agua subía rápidamente, la corriente ganaba intensidad y el riesgo de ser arrastrados era inminente. Consciente de que no podían quedarse dentro del vehículo, Rubén intentó subir al techo junto a la madre y las niñas.
Buscó así una oportunidad de mantenerse a salvo hasta que llegara la ayuda. Pero la naturaleza fue implacable. En un instante, una fuerte corriente golpeó la camioneta y los arrastró con brutalidad. La madre logró ser rescatada metros más adelante, aferrándose con desesperación a la vida. Pero Rubén y las pequeñas no tuvieron la misma suerte.
El cuerpo de Rubén Zalazar fue hallado sin vida a unos 150 metros del lugar donde había intentado salvar a las niñas. Su sacrificio no pasó desapercibido. Su valentía y entrega quedaron grabadas en la memoria de quienes conocieron su historia. Un hombre que, sin dudarlo, priorizó la vida de los demás por encima de la suya.
La comunidad de Viedma, Bahía Blanca y todo el país lloraron su pérdida. Sus compañeros de trabajo en Andreani lo recordaron como un trabajador ejemplar, siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitara. Su familia, devastada por el dolor, lo describió como un ser humano noble, que llevaba la bondad en el alma y que nunca dudaba en tender una mano a los demás.
Las palabras de quienes lo conocieron reflejan la inmensidad de su espíritu:
“Rubén era de esos hombres que no necesitaban grandes discursos para demostrar su grandeza. Su vida hablaba por él”, comentó un compañero de trabajo.
“No me sorprende lo que hizo, él era así. Siempre pensaba en los demás antes que en él mismo”, dijo un amigo cercano.
“Es un héroe. Dio su vida por esas niñas, y eso no se olvida”, expresó un vecino de Viedma.
Un legado de valentía y humanidad
El nombre de Rubén Zalazar quedará en la historia como el de un hombre que, sin capa ni reconocimiento previo, demostró lo que significa ser un verdadero héroe. Su historia es un recordatorio de que la grandeza no reside en la fama ni en la fortuna, sino en los actos de bondad y en la capacidad de sacrificarse por los demás.
En su honor, diversas organizaciones y ciudadanos han pedido que se le rinda homenaje, que su nombre quede grabado en algún monumento o calle, como símbolo de altruismo y humanidad. Pero más allá de cualquier reconocimiento formal, su recuerdo vivirá en cada persona que se inspire en su ejemplo para hacer el bien.
Rubén Zalazar no está físicamente entre nosotros, pero su legado es eterno. En cada acto de valentía, en cada gesto desinteresado, en cada persona que decide ayudar a otro sin esperar nada a cambio, estará presente su espíritu.Descansa en paz, Rubén. Tu valentía no será olvidada.
