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Historias de los orígenes y comienzos del distrito de C. Suárez. Capítulo 14

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El hospital centenario. A fines del siglo XIX hubo un tiempo muy promisorio, no sólo en el aspecto económico sino en el aspecto cultural y social del pueblo de Coronel Suárez. Al analizar el crecimiento de la población en la sesión del 26 de octubre de 1894 el Concejo Deliberante consideró la necesidad de habilitar un centro asistencial para la atención de la salud.

El edil Ceferino Márquez presentó un proyecto auspiciando la creación de un Hospital de Caridad. Cinco años después, siendo intendente el Sr. Sixto Rodríguez se solicitó al ministro de Hacienda de la Provincia, Dr. Emilio Carranza, la escrituración a favor de la Municipalidad de los terrenos que desde entonces ocupa el nosocomio.

La obra fue patrocinada por los pobladores y la Intendencia con un costo aproximado de $ 90.000.- m/n. Constaba de dos pabellones, uno para mujeres y otro para hombres, con capacidad para 25 enfermos cada uno, una completa sala de operaciones de último modelo, sala de curaciones sépticas, cámara para los rayos X, departamento para pensionistas y dependencias para el servicio interno, quedando en el centro las destinadas a la administración.

El 26 de diciembre de 1902 ingresó el primer enfermo. Esa fecha se adoptó como la de su inauguración. Fue su primer director el Dr. Federico D’Herbill y el primer enfermero el Sr. Ulises Vagón. El personal técnico estaba formado por el médico director Dr. Juan Harriot y el médico interno Dr. Camilo López Cambón. El término medio de enfermos asistidos ascendió a 25 por día.

El sostenimiento de la institución lo costeaba la Intendencia Municipal, una subvención del gobierno, una pequeña suscripción popular y parte de los beneficios de la lotería nacional. En el año 1925 un vecino de la localidad, el Sr. Manuel Prudencio García legó en su testamento la suma de $30.700.- Con ese dinero se construyó una sala destinada a maternidad, la que se inauguró en el año 1930 con el nombre del donante: pabellón “Manuel Prudencio García”.

Un gran director que trabajó durante más de 30 años en el Hospital fue el Dr. Juan Harriot, quien está considerado como símbolo de tantos médicos que sumaron su generoso empeño para lograr un establecimiento hospitalario modelo en la zona. Otro ejemplo para destacar es el de los directores Dr. Carlos Ves Lozada y Dr. D’Herbill, los que prestaron sus servicios en forma gratuita.

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Una de las primeras comisiones del Hospital de Caridad estaba formada por los señores: Dr. Juan Harriot, presidente; José G. Alberdi, vicepresidente; Manuel Laso, secretario; Francisco Barnetche Indart, tesorero; Samuel Davies, pro-tesorero; Guareschi, Kete y Grat, vocales.

En el año 1938 el gobierno de la Nación acordó un subsidio de $50.000.- para la construcción de consultorios externos. Al mismo tiempo la Dirección del Hospital resolvió realizar obras de ampliación en la cocina y la construcción de: un pasillo que uniera los pabellones, un garage y la morgue.

Las Hermanas Misioneras Siervas del Espíritu Santo se incorporaron al hospital en el mes de mayo de 1940. Con ellas se comenzó a trabajar en un ambiente de paz, tranquilidad y afecto creado por ellas mismas. Recibieron el apoyo de la comisión de Damas y su congregación permaneció más de sesenta años en la ciudad.

A la hermana Ana Celia se le debe el haber hecho posible la autorización del Ministerio de Salud para que funcione la Escuela de Enfermería provincial. Las clases comenzaron a dictarse en 1982. De los cursos de enfermería que se dictaron en los primeros años de la inauguración del Hospital se conservan muy pocos datos.

El primer curso de enfermería se impartió en los años 1948 y 1949 por iniciativa del Dr. Hugo Berra, los que siguieron dictándose en diferentes etapas hasta 1977. El orden de prioridades en el trabajo de las enfermeras siempre estuvo encabezado por aquellos que necesitan de su ciencia.

Respetar las indicaciones de los médicos y defender el secreto profesional forma parte de una tarea de abnegación dedicada a aliviar los dolores físicos y espirituales de los enfermos, tarea que siempre es excelente. Este relato es el homenaje a una institución que cumplió 100 años de asistencia a la comunidad y que, como toda la tarea que se desarrolla dentro de ella, se celebró en la intimidad y la tranquilidad que la caracteriza.

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