Hoy es un día de abrazos, risas, mensajes cargados de cariño y encuentros que intentan ganarle al tiempo. Es el Día del Amigo, y en cada rincón hay gestos que celebran esos lazos invisibles que sostienen nuestra vida. Pero también, en silencio, hay corazones que recuerdan con un nudo en el alma a aquellos amigos que ya no están.
Porque hay amistades que siguen vivas, incluso cuando la vida se ha llevado a la persona. Porque hay miradas, palabras, anécdotas y abrazos que quedaron grabados en nosotros como si el tiempo no pudiera borrarlos.
Hoy, mientras muchos celebran, otros cierran los ojos y evocan una voz, una carcajada, un momento compartido que aún late fuerte. Porque los verdaderos amigos no se van del todo: se vuelven parte de uno mismo, de la historia personal, de la forma en que miramos la vida.
En el Día del Amigo, también hay lugar para las lágrimas. Y está bien. Porque llorar por un amigo que se fue es también una forma de seguir amándolo, de agradecer lo vivido, de rendirle homenaje desde el recuerdo que no muere.
A vos, que quizás te fuiste demasiado pronto. A vos, que me enseñaste lo que era la lealtad, la complicidad, la risa fácil y el hombro en los momentos duros. A vos, que me acompañás desde otro plano. Te extraño. Pero sobre todo, te celebro. Porque lo que compartimos no lo borra ni el tiempo ni la muerte.
Este brindis también es por vos. Esta canción que suena me trae tu cara. Esta fecha tiene tu nombre escondido entre las letras. Y aunque a veces duela, me llena el alma saber que tuve la suerte de encontrarte en el camino.
Feliz Día del Amigo, allá donde estés. Hoy te abrazo con el alma.