Sabés que necesitás moverte más. Lo dice tu cuerpo, lo dice el médico y lo dicen los titulares de salud en todas partes. Pero hay un problema: no te gusta hacer actividad física. Ni correr, ni ir al gimnasio, ni siquiera salir a caminar te suena atractivo. ¿Y ahora qué? La buena noticia es que no estás solo, y hay formas de incorporar el ejercicio a tu vida sin sufrirlo como castigo. Acá te dejamos algunos tips motivacionales para empezar sin perder el ánimo.
1. No te enfoques en “hacer ejercicio”. Enfocate en moverte.
A veces la palabra “ejercicio” suena a obligación, a sacrificio. Pero moverse puede ser mucho más simple y agradable. Bailar en tu casa, caminar mientras hablás por teléfono, limpiar al ritmo de tu música favorita… todo suma. El primer paso es dejar de pensar en actividad física como algo separado de tu vida.
2. Elegí algo que realmente te guste (o al menos no odies)
No todos nacimos para correr maratones ni levantar pesas. Y eso está bien. Probá distintas actividades: natación, yoga, pilates, andar en bici, clases de baile, senderismo, hasta videojuegos que te hagan moverte. Lo importante es encontrar algo que no se sienta como una tortura.
3. Fijate metas pequeñas y alcanzables
Empezar con grandes objetivos solo lleva a la frustración. No necesitás entrenar una hora por día. Comenzá con 10 o 15 minutos diarios. Lo importante es la constancia, no la intensidad. Tu cuerpo —y tu mente— se van a ir adaptando.
4. Buscá compañía
Hacer actividad física con otra persona puede ser mucho más divertido. Un amigo, tu pareja, un grupo de caminata o incluso una clase …
TE NECESITAMOS
El periodismo social y comunitario está desapareciendo por no tener sustentos. ECOS sobrevive gracias a la vocación de sus editores y la colaboración de corazones solidarios que cada mes nos ayudan con donaciones. Pero es muy poco, ¡¡NO ALCANZA!! y necesitamos que tomes conciencia de que sin un compromiso de todos en el sostenimiento, quienes hacemos esto tendremos que dejar de hacerlo. Hazlo hoy, ya que mañana podría ser tarde.
… online en vivo. Compartir la experiencia la hace más llevadera y te da un poco más de compromiso (y presión sana) para no abandonar.
5. Usá la tecnología a tu favor
Hay miles de apps y canales de YouTube gratuitos con rutinas cortas y sencillas. Algunas hasta te felicitan cuando cumplís tus objetivos. Ver tu progreso en una app o reloj inteligente también puede ser un empujón para seguir.
6. Cambiá el chip: no es castigo, es cuidado
Si te repetís “tengo que hacer ejercicio porque engordé o estoy mal”, es probable que lo asocies con algo negativo. En cambio, pensá en mover tu cuerpo como una forma de agradecerle todo lo que hace por vos. No es una penitencia, es un mimo.
7. Permitite días malos, pero no abandones
No todos los días vas a estar motivado. Habrá momentos de cansancio, aburrimiento o simplemente falta de ganas. Es normal. Lo importante es no dejar que un mal día se convierta en una mala semana o un abandono total.
En resumen:
No necesitás amar el ejercicio para hacerlo. Pero sí podés encontrar una forma que funcione para vos, sin culpas ni exigencias extremas. Tu salud —física y mental— va a mejorar, y con el tiempo, incluso podrías llegar a disfrutarlo (sí, aunque ahora parezca imposible).
Movete por vos. A tu ritmo. A tu manera. Pero empezá.

