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24 de marzo: a 49 años del inicio de persecuciones, censura, exilios y desapariciones

El 24 de marzo no es un día cualquiera en Argentina. Es una jornada de reflexión, de memoria y de compromiso con la verdad y la justicia. Es un día en el que el país se detiene para recordar uno de los capítulos más oscuros de su historia: el golpe de Estado de 1976, el inicio de la última dictadura militar y el horror del terrorismo de Estado.

Aquella madrugada del 24 de marzo de 1976, los argentinos despertaron con la voz de las Fuerzas Armadas anunciando el derrocamiento del gobierno constitucional de Isabel Perón. Comenzaba así un período de brutal represión que dejó huellas imborrables en la sociedad. La dictadura, que se extendió hasta 1983, estuvo marcada por la persecución, la censura, el exilio y, lo más aterrador, la desaparición forzada de miles de personas.

Los años de plomo no fueron una guerra, como algunos intentaron justificar. Fue un plan sistemático de secuestro, tortura y asesinato, ejecutado desde el Estado, contra ciudadanos que pensaban diferente, que se organizaban, que militaban por un país más justo. Centros clandestinos de detención como la ESMA, La Perla y el Pozo de Banfield fueron escenarios del horror. Mujeres, hombres, jóvenes, obreros, estudiantes y hasta niños fueron víctimas de un aparato represivo que actuó con impunidad y crueldad.

Pero la historia no terminó en la dictadura. La lucha incansable de organismos de derechos humanos como Abuelas y Madres de Plaza de Mayo permitió que la memoria se mantuviera viva. Su valentía ayudó a que el país se enfrentara a su pasado y comenzara un camino hacia la justicia. En 1985, el Juicio a las Juntas marcó un hito al condenar a los máximos responsables de la represión. Décadas más tarde, con la anulación de las leyes de impunidad, se retomaron los juicios por crímenes de lesa humanidad, consolidando un compromiso inquebrantable con la verdad y la justicia.

El retorno de la democracia en 1983 trajo consigo la esperanza de un país sin persecuciones, donde las instituciones pudieran garantizar los derechos de todos. La democracia no es perfecta, pero es el único camino posible. Cada 24 de marzo nos recuerda que la memoria es una construcción colectiva y que la democracia se defiende con la participación y el compromiso de la sociedad.

Hoy, a casi cinco décadas del golpe, las nuevas generaciones asumen el desafío de mantener viva la memoria. Porque el “Nunca Más” no es solo una consigna, es un pacto social que nos obliga a aprender del pasado para construir un futuro con justicia, derechos y libertad. Por las víctimas, por los sobrevivientes, por los 30.000 desaparecidos: Memoria, Verdad y Justicia.

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