Concesión de tierras “Plaza Montero”. La superficie de 1.200.000 hectáreas de tierra fértil necesitaba de brazos fuertes para que la trabajaran. Conciente de este desafío, el gobierno autorizó al Poder Ejecutivo a dar en concesión amplias zonas. El Coronel Ángel Plaza Montero solicitó una de ellas por dos años. Le otorgaron ciento once leguas de campo, en su mayor parte dentro de lo que es hoy el Partido de Coronel Suárez. Pero tenía que hacerse cargo de:
1) Alambrar todo el perímetro.
2) Fundar un establecimiento para la cría de caballos.
3) Introducir 60 familias de inmigrantes europeos.
Ante el temor de no poder cumplir con las condiciones establecidas, el capitán Montero transfirió su propiedad al señor Eduardo Casey O’Neill, un visionario, hijo de irlandeses, nacido en la ciudad de Lobos, quién aceptó todos los requisitos establecidos. Fundó la “S. A. Estancia y Colonias Curamalán” que abarcaba las zonas de Pigüé y Coronel Suárez. De Rinzy Brett, primer poblador y administrador del establecimiento, escribió:
“El Sr. Casey me tenía a mí comprometido para ir a poblar el campo, y según tratado salí para Curamalan el día 13 de marzo de l883 acompañado por mi segundo, el Sr. Tomás Lett y diez peones, vascos todos, armados a Remington y con bastantes municiones. Aunque íbamos bien armados, nuestra misión era pacífica en extremo, cosa que he probado con no haber hecho mala sangre con nadie durante mis cinco años de administración y el haber hecho desalojar el campo por cincuenta y seis intrusos, que cada cual de ellos se consideraba con más derecho que nosotros.”
Mientras tanto el gobierno designó Juez de Paz a Don Juan Argüelles y jefe de la Guardia Nacional a Don José Soler quedando suprimida la Comandancia de la antigua guardia nacional establecida en el Fuerte “General San Martín”. Entre los habitantes afincados en estas tierras se nombró la “Comisión Municipal” integrada por José Soler, Fermín Moyano, Guillermo Kelvey, Martín Pontaut, Cecilio Ferro y Romualdo Martín.
También se nombró la “Comisión de vecinos” con los señores Alejandro Leloir, Juan Henestrosa, Gregorio Soler y el Agrimensor Rafael Hernández (miembro del departamento de Ingenieros) quienes realizaron los estudios pertinentes para ubicar el nuevo pueblo. Aconsejaron su localización en una gran extensión de tierras vendidas por el estado a Don Eduardo Casey. Ese nuevo pueblo se llamó “Sauce Corto”. Pero todavía quedaba una condición a cumplir: La llegada de los inmigrantes europeos.
