Javier Milei y el triunfo inesperado: una lectura detallada del 26 de octubre

El domingo 26 de octubre de 2025 quedará marcado como fecha clave en la política argentina: el gobierno de Milei logró en las elecciones legislativas un resultado contundente y sorpresivo, a pesar de un escenario que, para muchos, parecía en su contra. Aquí desglosamos por qué triunfó, cuáles fueron los factores que jugaron a su favor, y cuáles advertencias surgen de ese triunfo.

1. El contexto: un gobierno herido que terminó ganando

Por un lado, el gobierno de Milei llegaba con claros signos de desgaste. Políticamente había sufrido derrotas recientes (como en la provincia de Buenos Aires) y la economía mostraba tensiones. Por otro lado, la victoria fue clara: su partido La Libertad Avanza (LLA) obtuvo aproximadamente 40,8 % de los votos a nivel nacional y se impuso en 16 de las 24 provincias, incluyendo la Provincia de Buenos Aires, bastión tradicional del peronismo. Ese contraste —una economía compleja, un gobierno desgastado, una oposición fragmentada, y aún así un triunfo amplio— es lo que hace que este resultado requiera un análisis pormenorizado.

2. ¿Por qué triunfó a pesar de las propias dificultades?

a) Movilización del “voto del cambio” y miedo al retorno del peronismo. Una de las claves fue el juego sobre el temor al retorno de la vieja política. Milei apeló con fuerza a la narrativa de que votar al peronismo (o versiones de él) equivalía a volver atrás, a “continuar con lo mismo”. Desde algunos análisis:
“La estrategia de Milei de reducir la elección a una guerra entre el bien, representado por él, y el mal, es decir el kirchnerismo, ha sido un éxito.”
Muchos electores aparentemente optaron por un “mal menor” o bien por apostar al cambio radical frente al estancamiento. El peronismo, por su parte, no logró ofrecer un relato de progreso convincente que contrarrestara esa sensación.

b) Fragmentación de la oposición y debilidad del foe
La oposición no logró capitalizar completamente el desgaste del oficialismo: el bloque peronista quedó segundo con cerca de 31,6 %.
Además, la agrupación intermedia Provincias Unidas no pudo consolidarse como alternativa real, lo que benefició al oficialismo al “canalizar” el voto anti-sistema hacia él.
La falta de un frente unido de contención o de una propuesta de cambio que pareciera viable permitió que la campaña de Milei se llevara parte de ese espacio de protesta.

c) Victoria estratégica en la Provincia de Buenos Aires
La recuperación del distrito bonaerense, donde había perdido ampliamente meses antes, fue clave. La Provincia de Buenos Aires representa aproximadamente el 40 % del electorado nacional, por lo que revertir allí fue determinante.
El triunfo en ese territorio le otorgó una legitimidad nacional que volvió creíble su victoria general.

d) Comunicación simbólica, estilo disruptivo y “outsider”
Milei mantiene un perfil muy mediático, disruptivo, que rompe el molde tradicional del político argentino. Esa estética de “anti-casta”, de outsider, de “nuevo” generó adhesiones en sectores que estaban cansados de las formas políticas convencionales. Según declaraciones de sociólogos, parte del electorado votó menos “por Milei” que “contra lo que él representa (la vieja política)”.
En un país con economía en crisis, inflación alta y sensación de estancamiento, ese estilo fue visto como al menos un cambio de rumbo.

e) Economía con señales mixtas: ajuste duro pero promesa de futuro
Aunque la economía no estaba en condiciones ideales —la inflación sigue elevada, el consumo debilitado, la incertidumbre alta— el gobierno sostuvo un discurso de “ahora toca ajustar para poder avanzar” que en parte encontró eco. Algunos sectores favorecieron aguantar el dolor presente con tal de “romper con el sistema”. Según medios internacionales, el triunfo fue interpretado como un respaldo al programa liberal-radical de Milei.
Es decir: la promesa de mayor libertad económica, reducción del gasto público, y apertura al mercado fue valorada por quienes consideran que las políticas anteriores llevaron al deterioro.

3. Las contradicciones visibles en el triunfo

Este triunfo, sin embargo, no está exento de tensiones internas que lo hacen algo frágil:
A pesar del resultado, LLA no obtiene mayoría absoluta en el Congreso. Debe seguir negociando, aliándose, construyendo mayorías variables.
La economía sigue con altos costos para amplios sectores sociales: ajuste, recortes, incertidumbre cambiaria. El estilo ganador hoy puede derivar en desgaste mañana si las expectativas no se cumplen.
La política de polarización fuerte —“o con nosotros o con ellos” (el peronismo)– puede seguir movilizando, pero también genera desgaste y riesgo de bloqueo institucional o crisis de gobernabilidad.
La participación fue relativamente baja para estándares históricos: alrededor del 66-69 %. Esto puede sugerir que el triunfo fue impulsado por un segmento activo, más motivado, mientras otro segmento permaneció fuera.

4. ¿Qué lecciones dejará este triunfo?

Una primera: el voto de castigo a los gobiernos tradicionales sigue vigente en la Argentina. Quienes no logran renovar su bandera o conectar con las urgencias sociales arriesgan perder frente a propuestas disruptivas.
Segunda: la importancia del territorio clave. Ganar la Provincia de Buenos Aires, bastión histórico del peronismo, fue decisivo. No sólo ganar sumas, sino ganar allí.
Tercera: la política como expectativa más que como resultado inmediato. En muchos casos, parte del éxito de Milei vino de “ser” candidato de cambio más que de “haber” logrado cambios sólidos y visibles. Eso le da margen, pero también lo expone a la deuda de gestión.

Cuarta: el camino hacia reformas no es automático. El triunfo electoral facilita pero no garantiza el poder de imponer agendas profundas. Milei deberá negociar, construir alianzas y moderar su estilo si quiere avanzar.
Quinta: la fragilidad económica persiste. La victoria no borra las bases estructurales de fragilidad: inflación, deuda, dependencia externa, desigualdad. El éxito político de hoy podría traducirse en desgaste si no se acompaña de resultados concretos.

5. Conclusión

El domingo 26 de octubre, Javier Milei logró lo que muchos no esperaban: un respaldo electoral amplio en un contexto difícil. Lo hizo gracias a la combinación de un voto de rechazo al sistema antiguo, un estilo personal disruptivo, una campaña que supo movilizar el miedo al regreso del peronismo, y una victoria simbólica en territorios clave.

Sin embargo, ese triunfo abre más preguntas que certezas: ¿podrá traducir ese apoyo en reformas profundas sin mayoría propia? ¿Podrá sostener el apoyo si la economía no responde rápidamente y la sociedad ve más sacrificios que mejoras? ¿Podrá construir puentes y gobernabilidad más allá del estruendo de campaña?

En síntesis: ganó la primera batalla —la de las urnas— pero el verdadero desafío está ahora en mantener ese respaldo transformándolo en gobernabilidad y resultados concretos. Una victoria política puede convertirse en piedra de vértigo si las expectativas no se cumplen.