Los mayores de 50, quienes más noticias falsas comparten

Placeholder imageLos mayores de 50, y no los jóvenes, son quienes más noticias falsas comparten. En un reciente artículo, dos profesores de psicología de la Universidad de Harvard afirman que los adultos de más de 50 años son responsables del 80% de su difusión en Twitter y que los mayores de 65 las ven en Facebook siete veces más que los usuarios de menos edad. En definitiva, que los mayores son quienes más comparten, y de ese modo difunden, noticias falsas.

¿Por qué lo hacen? Tres son las explicaciones que se han dado para ello, siendo la más común la que arma que el paso del tiempo da lugar a deficiencias cognitivas que impiden que los mayores puedan distinguir con facilidad la verdad de la mentira. Sin embargo, parece que son más relevantes otras dos: los cambios sociales y la falta de conocimiento sobre cómo funcionan las redes sociales.

1. Deficiencias cognitivas. Si usted tiene más de 65 años es probable que sea víctima de la ilusión que hace aparecer como más verídico aquello que se repite con frecuencia, ya que exige un menor esfuerzo cognitivo. Pero en esto no se diferenciaría mucho de los jóvenes, así que no valdría para explicar por qué puede ser víctima de las fake news con más facilidad. En lo que sí se diferenciaría de los jóvenes es en que tiene una mayor facilidad para olvidar dónde leyó una noticia o de dónde le llegó la información.

La consecuencia de esto es singular: la existencia de agencias u otros actores dedicados a comprobar la veracidad de las noticias no serviría de mucho. La etiqueta sobre la falsedad de una noticia se borraría de la memoria, pero el contenido de la noticia no. Hay estudios que muestran que las personas mayores que ven repetidamente una información, aunque esté acompañada de una advertencia sobre su falta de veracidad, la acaban dando por cierta con el tiempo.

Para los profesores de Harvard, sin embargo, no todo son malas noticias para los mayores. Con el paso del tiempo, el conocimiento general adquirido es mayor, lo que les permitiría distinguir con precisión entre la verdad y la mentira. A su vez, con la edad suele adquirirse la costumbre de adherirse a lo ya conocido, rechazando puntos de vista que contradicen lo que se sabe, impidiendo que las noticias falsas sean creídas incluso aunque estén elaboradas con esmero.

2. Cambios sociales. No parece, por tanto, que pueda achacarse el problema a deciencias cognitivas, a pesar de que con el paso de los años se pierda cierta capacidad de reflexión y memoria. Parecen mucho más importantes las otras dos explicaciones. Un poco menos, es verdad, la que achaca el problema a los cambios sociales y arma que la soledad de los mayores les lleva a compartir mayor cantidad de falsas noticias.

No son los mayores quienes más solos están, en esto les acompañan, por ejemplo, quienes se encuentran al final de la veintena. El problema parece radicar, más bien, en que al aumentar la edad también aumenta la confianza en los demás, lo que hace a los mayores más propensos a creer la información que proviene de fuentes dudosas. Por si fuera poco, algunos mayores no son muy buenos detectando mentiras, especialmente si estas tienen su origen o son compartidas por conocidos o gente de una edad similar.

Por el contrario, muchos son capaces de recordar mejor a quien una vez no fue sincero o digno de confianza, de modo que tendrá un mayor efecto calificar a alguien como mentiroso que ir desmontando cuidadosamente todas sus mentiras. El motivo por el que se usan las redes sociales también resulta importante: los mayores no buscan incrementar su caudal de información, sino aumentar su contacto con otros, de modo que su preocupación no es precisamente la veracidad o precisión de lo que se comparte.

Es cierto que se estará más dispuesto a creer y compartir noticias falsas que confirman nuestra forma de ver el mundo o que encajan con nuestras ideas. Sin embargo, se ha demostrado que la creencia en este tipo de información fabricada no se debe tanto a motivos sociales o propósitos ideológicos y sí a la pereza del pensamiento. Pero los mayores son menos perezosos que los más jóvenes: el razonamiento analítico se incrementa con la edad.

3. Falta de conocimiento sobre el mundo digital. Por eso, la tercera explicación, la falta de formación digital, aparece como la de más peso a la hora de dar cuenta de por qué los mayores comparten una mayor cantidad de noticias falsas. Incluso las habilidades analíticas sucumben ante las elaboradas falsicaciones que pueden hacerse en el mundo digital. No es necesario que sean perfectas. Fotos trucadas de manera evidente y tosca pueden convencer a quien se ha incorporado de manera tardía al mundo de las redes sociales, como ocurre con los mayores.

Se ha mostrado que, por un lado, la capacidad de distinguir fotos falsas disminuye con la edad y, por el otro, las noticias que van acompañadas de una imagen son aceptadas como verídicas con más facilidad (y ello aunque la imagen no añada nada al texto) y, además, son más compartidas. De todo lo dicho, no debería deducirse que los mayores comparten noticias falsas a propósito o que lo hacen intencionadamente más que los jóvenes.

Al revés, cuando se les pregunta, se muestran menos dispuestos a hacerlo, lo que parece que quiere decir que el problema principal es la falta de conocimiento del mundo digital y sus complejos algoritmos. En resumen, la explicación basada en las deciencias cognitivas que se maniestan con la edad y que parecía ampliamente aceptada debe dejar su lugar a la falta de formación sobre cómo funciona el mundo digital. (Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation)

 
 
 
 
 
 
 
 
 
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